Yo por Piura siempre he sentido algo especial, en realidad por todo el norte peruano, y a pesar de no tener familia allá, ni de haber nacido en esa maravillosa tierra, quedé realmente embrujado cuando por fin la conocí, no hay duda que es el paraíso, un pueblo tan cálido y acogedor al que siempre quiero regresar, es que su gente, su clima, su comida y esas fantásticas playas no acabarán de cautivarme nunca. Waaaooo que hermoso lugar...
Para los que no saben, Piura es una pequeña ciudad al norte del Perú, con cielo azul y un sol tremendo todo el año. Sus playas, de aguas cálidas verde turquesa y arenas anaranjadas, como Máncora, Los Órganos y Cabo Blanco son ideales para practicar el popular surf y descansar del agotador ritmo de vida de hoy en día. Es conocida como la ciudad de la hospitalidad, debido a sus carismáticos y jaraneros pobladores, reconocidos por su exelente música y artesanía. Goza también de una exquisita gastronomía, con una gran variedad de platillos como el seco de cabrito o el rico ceviche de conchas negras, acompañado de una refrescante chicha de jora, potajes que han trascendido las fronteras del país haciéndolo único en el mundo.
Precisamente ahí, en esa preciosa región, nació hace quince años nuestro amigo Enzo, un infatigable jovenzuelo soñador con unas ganas asombrosas de gozar la vida, él solo quiere divertirse y conocerlo todo, tener experiencias que él sabe no vivirá en su humilde, olvidada y alejada provincia, allí nunca vería mundo, jamás trabajaría ni podría comprarse ese auto ni esa casa, mucho menos poner la cadena de restaurantes con la que tanto sueña y vivir cómodamente el resto de su vida recorriendo el planeta sin preocupaciones. Ah que chico tan loco, su gran espíritu aventurero definitivamente es contagiante.
—Claro que me gusta Piura, después de todo es el lugar donde nací, aquí está mi familia y mis amigos, pero francamente es muy pequeña, ya no pasa nada interesante... ¡Me aburro!...
He visto en la tele que Lima es más chevere, allá la gente es más pendeja, hay más ambiente, más movimiento, más discotecas, jermas más liberales. La otra vez vi un reportaje sobre el perreo, ¡Me quede huevon, parecia sexo en vivo!, yo quisiera conocer esas discotecas, conocer a esas limeñas. Tengo un amigo que me contaba sus aventuras en la capital, las fiestas desenfrenadas, las borracheras, yo lo escuchaba fascinado, me decía que con una jarra se te regalaban ¿Será eso cierto?
Conchasumare aqui estoy perdiendo el tiempo, hay tanto que me falta por vivir, me siento limitado, enjaulado, tengo que salir a buscar fortuna en otros lados, por eso debo viajar. Uno de estos días despertaré y no me importará nada, cogeré mis cosas, planearé la fuga y gozaré la buena vida...—fantasea Enzo tumbado en su cama, enfrascado en sus pensamientos.